“… ello significa que las grandes masas se han desprendido de las ideologías tradicionales, no creen ya en aquello que antes creían, etc. La crisis consiste precisamente en que muere lo viejo sin que pueda nacer lo nuevo, y en ese interregno ocurren los más diversos fenómenos morbosos…”<1>
De un tiempo a esta parte que las lautarinas y lautarinos venimos debatiendo sobre lo que llamamos el cambio de época, varios artículos han aparecido en las páginas del Pueblo Rebelde Vencerá sobre aquello. Para nosotros este asunto no se trata de una paja intelectual ni mucho menos, sino de cómo vamos mirando el escenario para hacer nuestra apuesta subversiva.
Cuando hablamos de cambio de época, son 3 momentos o periodos los que distinguimos<2>:
1. La época de los dos bloques o de la Guerra Fría
2. Entre el muro de Berlín y las Torres Gemelas
3. El desafío de lo nuevo, la Época de los Pueblos
La primera constatación es que a partir del derrumbe soviético, los yankees se sintieron los dueños del mundo, con su dios mercado moviendo su mano invisible (que está entera funada), mercantilizando la vida misma e instalando sus referentes de mierda como la democracia, el neoliberalismo y la posmodernidad.
Se trata de un periodo de profundización del capitalismo, encontrando éste nuevos espacios que mercantilizar, donde los cambios centrales se dan en las lógicas del poder, ahí estaría el principal reacomodo, en la configuración de una nueva hegemonía mundial, con sus respectivos correlatos locales. Por estos lares coincide con el Chile del jaguar, ese de las vitrinas y las zapatillas yankees, el Chile de la “alegría” estadística y de las llamadas “ligas mayores”, con una concertación abierta de patas al nuevo dios mercado y proyectando el consumo y el crédito como motor de la felicidad.
Lo anterior para nada quiere decir que las dinámicas de lo cotidiano se hayan mantenido estáticas, al contrario, la nueva hegemonía se despliega a sus anchas y se activan procesos culturales inéditos, como esto de las identidades que orbitan en torno al mercado, particularmente al consumo, se acelera el vértigo moderno con las comunicaciones y su inmediatez, la pirotecnia tecnológica encandila y actualiza el viejo mito del progreso capitalista, entre otras cosas…
Sin embargo el recorrido de este capitalismo neoliberal aumenta las riquezas y las miserias, un capitalismo de lo más salvaje y creyéndose inmortal y todopoderoso. La tesis central que sostenemos es que todo esto se convierte en un boomerang gigantesco, el chancacazo político cultural de las Torres Gemelas en el 2001 se trataría del hecho más potente que viene marcando el hastío y cansancio de los pueblos con la invasión y saqueo yankee. Es el hecho más potente, enmarcado dentro de un recorrido de chatura con los yankees cabrones. (Así como está la honda de David, estaría también el boomerang de Osama).
Lo cierto es que este golpe estremece las certezas en el centro mismo del imperio y en el mismo movimiento, se pone en evidencia lo vulnerable de los yankees y las ganas de pirarlos de donde estén. No es menor el que la caída de las torres haya sido motivo de festejo y fiesta para amplios sectores en diversos pueblos del mundo. También nos recuerda, una vez más, lo que dijera el viejo barbón hace una chorrera de años: que todo lo sólido se desvanece en el aire.
Con este golpe, la fisura del hastío se transforma en una grieta, todos sus referentes (democracia, neoliberalismo y posmodernidad) comienzan a ser cuestionados y generan alergia en las nuevas generaciones, mostrándose un vacío de conducción moral e intelectual. No se trata de decir que el capitalismo cagó y vive una crisis orgánica, al contrario, el poder lo tienen y sus negocios siguen funcionando, el asunto es que su hegemonía se debilita, no hay capacidad de generar legitimidad, no hay un horizonte que logre convencer, aglutinar los pueblos y conducirlos.
El año pasado vimos como este proceso de chatura y hastío siguió profundizándose, la llamada primavera árabe, los “indignados”, el movimiento estudiantil chileno y colombiano, etc… en definitiva la protesta.
Localmente, con sus matices propios, el bloque dominante está bastante sintonizado con esta erosión de la hegemonía o crisis de autoridad, y con la necesidad de buscarse “un relato”.
De esta manera se abre el desafío de zumbarnos en esta grieta, profundizarla y concretar una posición estructural popular y anticapitalista. En este desafío, los inventos del pasado son experiencia y patrimonio, historia e identidad, pero no nos sirve repetirlos, no hay recetas.
En estos debates lautarinos, una de las reflexiones que hemos venido dando va por tratar de ir caracterizando lo nuevo. Una de nuestras convicciones, desde nuestro congreso en el 2004, pasa por la concepción de la Diversidad Popular.
Una diversidad popular potente, rica en sus colores y sabores, que se zambulle en los más variados asuntos de la vida y que toma distancia de todo lo que pueda oler a capitalismo y dominación. Diversidad que es principalmente juvenil, pero no por una cuestión etaria, sino por lo briosa e insolente que se manifiesta cuando despliega su fuerza. Para nosotros la Diversidad Popular es un hecho y tratar de obviarla es querer tapar el sol con un dedo, peor aún tratar de uniformarla, una misión absurda e imposible.
Para nosotros, el punto estaría en como ir superando las visiones que pretenden un Pueblo homogé- neo, plano y amoldable a las superestructuras, para entrar a potenciar la subversión desde esta misma diversidad. Para explicar esto siempre ocupamos la consigna: cada uno en lo suyo y todos en lo mismo.
Ese “cada uno en lo suyo” da cuenta de la diversidad y de la autonomía de cada piño, de cada esquina que hoy está luchando, lo que no quiere decir que por ser diversos seamos diferentes, ni menos aún enemigos. Al contrario, el desafío está en ir encontrando las hebras comunes que tenemos y tejernos una identidad popular, una contrahegemonía que vaya dando cuenta del ir haciéndonos parte útil y activa de un Bloque Popular Revolucionario. Identidad que ya tiene sus raíces, tiene su historia y sus rostros concretos, la cuestión es ir proyectándola y cualificándola al calor de las luchas y de los nuevos tiempos que se asoman.
Las nociones de vanguardia y de partido también deben ser cuestionadas. Seguimos con la noción leninista del partido como el aunar voluntades que se convierten en un puño de combate, lo que no adoptamos, y nunca lo hemos hecho, es la separación entre el pensar y el hacer, entre la cúpula que piensa y las bases que hacen, no es nuestro estilo ya que atrofia la praxis revolucionaria masiva, que es nuestra búsqueda.
Sobre la noción de vanguardia, Lautaro es hoy una Fuerza, una fuerza más dentro del Pueblo y hacemos nuestro aporte desde aquí. La toma del poder es algo que nos calienta muy poco, nuestra obsesión es ir tomándonos nuestras vidas aquí y ahora, ahí estaría el motor y la potencia de todo. Sobre la misma, tenemos la convicción de que ni la estamos haciendo solos ni tenemos ningún programa o dogma, solo tenemos nuestras vidas y unas ganas tremendas de cambiarlo y tomarnos todo para todos.
Por último, lo que en conceptos clásicos se llamaba el “sujeto revolucionario”, para las lautarinas y lautarinos es el Pueblo mismo – siguiendo con los conceptos clásicos – incluida la “clase obrera”. La clase hecha Pueblo.
Hasta aquí llegamos por ahora, finalizamos con una cita muy güena: “El marxismo admite las formas más diversas de lucha; además no las inventa, sino que generaliza, organiza y hace conscientes las formas de lucha de las clases revolucionarias que aparecen por sí mismas en el curso del movimiento… en este sentido, aprende, si se puede decir así, de la práctica de las masas, lejos de pretender enseñar a las masas formas de lucha inventadas por “sistematizadores” de gabinete.”<3>
¿Quién dijo violencia de masas?
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NOTAS:
< * > Artículo aparecido en El Pueblo Rebelde Vencerá Nº64, diciembre del 2012
< 1 > Antonio Gramsci “Los intelectuales y la Organización de la Cultura”. Juan Pablos Editor, México, 1975.
< 2 > En ediciones anteriores puedes buscar más detalles sobre esto.
< 3 > Lenin “La guerra de guerrillas”. 30 de Sept. De 1906. Sacado de la compilación “Lenin y la Insurrección” Editorial Popular La Pajarilla, Santiago, 2008.
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