Tan sólo hace 30 años hablar del mundo era hablar de dos bloques antagónicos, liderados unos por los yanquis y el capitalismo y otros por los soviéticos y los extrañamente llamados socialismos reales. Con la caída del muro los yanquis se sintieron amos y señores, llevaron el capitalismo a lugares impensados, descubrieron nuevos espacios que mercantilizar, como la cultura, y declararon el fin de la historia, el fin de las ideologías y el fin de una época. Posmodernidad le pusieron algunos.
De los noventa en adelante se comienzan a vivir tiempos de exitismo, de vender la super fórmula del neoliberalismo y el dios mercado, de jaguares y ligas mayores se empezó a hablar acá en Chile, mientras se instalaba la estética de las vitrinas y las vidas a crédito, menos salud, educación y felicidad, pero más microondas, celulares y zapatillas. Esto es historia más reciente, todavía calientita y quemando.
Pero la cuestión nunca cuajó, eran puros cuentos hediondos para camuflar sus masacres y su obsesión demente por hacerse con las riquezas de todos los pueblos del mundo… esto lo han dejado demostrado con creces, nos lo repiten una y otra vez.
Hasta que de rompe y raja les rebotó el Bin Laden – que los mismos yanquis prepararon para las guerras Afgano-Soviéticas – con el ataque a las torres gemelas el 11 de septiembre del 2001, marcando un pasado y un presente de manera instantánea en la historia de la humanidad.
Decíamos por ese entonces las lautarinas y lautarinos que el ataque fue una acción de terrorismo estético que Lautaro rechaza. Rechazamos los misiles humanos, sea cual sea el fin o sus fundamentos. Porque la revolución es para la vida feliz y plena de los Pueblos, los revolucionarios no podemos concebir ese otro uso de la vida humana.
Rechazamos pero no condenamos, porque la responsabilidad de lo ocurrido recae precisamente en todo lo que fue golpeado. Muy particularmente, en los que hoy – pese al cansancio, al odio, al hastío y a la desesperación de gran parte de los Pueblos del mundo – insisten en pretender dirigir el planeta y nuestras vida, imponiéndonos por todos los medios sus costumbres, sus normas y sus valores de mierda.
Se rompió la hegemonía cultural de esta modernidad capitalista y como Pueblos hemos sido empujados a un atajo – difícil, exigente, altamente cautivante y del todo inesperado – en cuanto se aceleran todas las contradicciones fundamentales, todas las necesidades urgentes y, en ello, las posibilidades de saltos cualitativos en las luchas subversivas y revolucionarias masivas.
Decíamos también después que… Al igual que el socialismo real, el mentado “neoliberalismo” se suicidó metiendo la cabeza al water en uno de los baños de Wall Street. Y así no más pasó la cosa con las últimas crisis, los mercanchifles no confían ni en ellos mismos y no hay Estado que aguante tanta bolsa caída… tienen que inventarse un cuento nuevo, porque ya nadie les compra.
Hoy día el mundo esta abierto, esas chivas de la posmodernidad y el dios mercado quedaron atrapadas entre la caída del muro y las torres gemelas. Hoy la necesidad de la humanidad pasa por inventarse una nueva época para seguir viviendo. La responsabilidad que tiene el capitalismo hoy día es esa, inventarse un destino y que todos le compremos, todavía no hay nada claro pero todo apunta a una cualificación del imperialismo yanqui con una represión más activa y la reaparición en gloria y majestad de los Estados Policiales.
Algunos aspectos relevantes sobre el cotidiano
Y en estos 30 años los cambios en las cotidianidades de millones de personas son variados y de una potencia tremenda. Una de las metidas que más réditos le ha dado al capitalismo es la cultural, todo un espacio inagotable de asignación simbólica que reduce todo a mercancías que vender, imponiendo sus modos de vida centrados en el consumo y el endeudamiento, instalando sus valores y sus referentes a través del mercado, identidades sin arraigo que no pasan de ser modas desechables, por muy distintas que puedan ser al ojímetro, en el fondo se tratan de lo mismo.
Cotidianamente los cambios pasan casi desapercibidos debido a lo obvio que nos resultan, los avances en la tecnología son casi día a día y ya nadie se asombra de la inmediatez en las comunicaciones, usar un celular es casi como ponerse calcetines por la mañana, así mismo las “redes sociales” de internet, que conectan a miles de personas en un espacio virtual. Habría que preguntarse que tan útiles son estas herramientas para los asuntos de la revolución.
Otro aspecto relevante es el crecimiento en las expectativas de vida. Durante la década de los ’60, particularmente en Chile, la esperanza de vida era de 57 años, mientras que hoy llega a los 78 años. Esto está ligado principalmente a una revolución nutricional que tiene en el centro los avances de la química y la biología, pero no todo es tan lindo como pareciera, porque este aumento en las expectativas de vida ha hecho que la pobreza haya crecido como nunca antes en la historia de la humanidad, además de la aparición de las enfermedades degenerativas como el cáncer. Sobre lo mismo hay que cuestionarse en que condiciones están viviendo las personas este nuevo tiempo que nos regala la ciencia entre los 60 y 75 años.
¿y los subversivos?
Para nosotros, los populares del mundo, el futuro también está abierto, esta tiene que ser una época de Pueblos convirtiéndose en Gigantes imparables, de Pueblos pegándose un salto cualitativo en su hacerse revolucionario y subversivo.
Para esta nueva época los inventos del pasado no nos sirven como dogmas, nos sirven como memoria útil, el desafío es hacer y vivir nuestro proceso, inventarnos nuestra revolución tomando en cuenta los nuevos asuntos de Pueblo que se están gestando en Chile y en el mundo… entonces esta es una época de inventos, el atajo está abierto, el asunto es zamparse de lleno en él.
A LA CRESTA EL IMPERIALISMO: AQUÍ SOMOS DE LA PATRIA GRANDE
LAUTARO
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NOTAS:
< * > Artículo aparecido en El Pueblo Rebelde Vencerá Nº60, diciembre del 2011
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